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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Y vos, ¿de qué barrio sos?


Una encuesta revela que la gente no relaciona los sitios tradicionales con los favoritos.


A veces, me parece que la gente se olvidó de los barrios. Pero no, de vez en cuando, todo lo que identifica a una persona tiene que ver con un barrio al que se pertenece, aunque sea, simbólicamente. El domingo pasado, cuando San Lorenzo salía campeón en la cancha de Vélez, los hinchas del equipo de Liniers cantaban con sorna ¿De qué barrio sos, San Lorenzo?
, queriendo decir que en el fútbol todavía es necesario el pasaporte barrial. Y todos tenemos uno, aunque no hayamos nacido en Boedo. Los cuervos sentimos al barrio como la Jerusalén de una diáspora nunca ocurrida.
Lo más loco es que una encuesta de Diario de Arquitectura (que aparece los martes con Clarín) demuestra que la gente no identifica a los barrios tradicionales con la parte que prefiere de la ciudad. En la consulta se les preguntó qué espacio urbano les gustaba más. Ganó Puerto Madero, tal vez el barrio más impersonal, globalizado y sin historia de toda la ciudad. Pero es así, el 25 % de los consultados no dudó, eligió el barrio de los ricos como el mejor de Buenos Aires. Detrás llegaron los Bosques de Palermo (20%) y un escalón más abajo Palermo (6,5%) con todas sus acepciones: Hollywood, Soho, Sensible, Chico, Viejo, Alto... Hoy, Palermo parece más un identikit que un barrio.
Ahora sí, cuando se preguntó qué espacios urbanos eran los más feos aparecieron los barrios. Ganó (más bien perdió) Estación Retiro (14,5%), seguido de Microcentro (11,8%), Plaza Miserere (10%), Constitución (8,2%), las villas en general (6,4%), La Boca (5,5%) y, aunque no lo creas, nuevamente Puerto Madero (5,5%). Más abajo apareció Liniers (4,5%).
En síntesis: entre lo lindo, el único barrio que ranquea más o menos bien es Palermo, que no tiene equipo de fútbol propio. Y entre lo feo, monopolizan el ranking los barrios con terminales de tren (Retiro, Constitución, Plaza Miserere y Liniers).
Así y todo, la cancha muestra que los barrios están vivos en la conciencia emotiva de la gente. Si en Liniers no saben a qué barrio pertenece San Lorenzo es porque se llama “de Almagro”, tiene la cancha en el Bajo Flores y el corazón en Boedo. Pero todos esos límites son bastante débiles. Sino, no se entendería que el Pasaje Butteler, cuna de lo más excelso de la hinchada azulgrana, esté oficialmente en Parque Chacabuco. Y que Boedo termine justo en Avenida La Plata, sobre la que estaba el Gasómetro, La Meca mística de todo el pueblo cuervo.
Es que los barrios nacieron sin límites fijos, muchos desaparecieron con el tiempo, fueron absorbidos por otros, cambiaron de nombre o simplemente se olvidaron. Fue en 1968 cuando al gobierno de facto del general Onganía se le ocurrió ponerle nombre oficial a los barrios y establecer sus límites. En ese entonces, los Matadores se convertían en el primer campeón invicto del fútbol argentino y, te imaginarás, los barrios ya eran barrios hechos y derechos, no necesitaban de una nomenclatura oficial. Pero, la voluntad clasificatoria de los milicos los llevó a rotular todo y, en ese momento, no se podían olvidar de Boedo, que ya era mucho más que un barrio. Había sido la cuna simbólica del tango a principios del siglo XX, resistencia cultural de la literatura con el Grupo Boedo (grupo informal de artistas de vanguardia en la década de 1920), trinchera urbana frente a la masificación que proponía el crecimiento del centro. Y si San Lorenzo fue fundado durante 1908, en México 4050, en pleno barrio de Almagro, para cuando los militares quisieron ponerle nombre a los barrios, la avenida Boedo se había convertido en el corazón de la zona. No les quedaba otra que dar por nacido lo que ya había nacido.
Así que, si me preguntás a mí, que soy cuervo en una familia de boquenses porque me hizo mi abuelo gallego ¿De qué barrio soy? te digo: mi barrio es Boedo. Y cada uno tiene derecho a elegir su barrio, aunque no haya vivido ahí.



* Miguel Jurado Editor Adjunto ARQ

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