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lunes, 10 de abril de 2017

286 Martes de Radio

De la Crónica Deportiva Abril 4 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”

Flor de Tarro
 

El segundo campeonato de la era profesional tuvo muchos inconvenientes para finalizar en orden, y la frutilla del postre fue el partido de desempate que tuvieron que jugar Independiente y River, que habían empatado el primer lugar con 50 puntos, uno por
delante de Racing. Los rojos de Avellaneda llegaron debilitados, ya
que en la derrota sufrida ante Quilmes por 3-1 debió dejar la
cancha lesionado Ravaschino, uno de sus mejores jugadores, y quedó
disminuido Manuel Seoane, el otro artillero.
En la semana siguiente, en toda la ciudad de Quilmes circulaba la
versión de que los jugadores cerveceros habían cobrado un
suculento premio, pagado por dirigentes de River. Corría 1932 y
la incentivación llegaba para quedarse.
El partido que decidió el campeonato se jugó el 20 de noviembre en la cancha de San Lorenzo. River, claramente superior, sacó rápidas ventajas en el primer tiempo, con goles de Bernabé Ferreyra, Peucelle y Zatelli. Convencidos de que la diferencia era  ndescontable, los hinchas de Independiente provocaron incidentes y arrojaron todo tipo de proyectiles hacia el campo de juego.


Con distintas interrupciones,, el partido llegó a su fin y River pudo, después de doce años, festejar su primer título profesional, esta vez en calidad de «millonario».
Quedó claro que la contratación de Bernabé, a quien apodaban «el
mortero de Rufino» por su origen santafesino, había sido un éxito
gigantesco. El delantero hizo 43 goles y dejó a 19 tantos de
distancia a Francisco Varallo, el goleador de Boca, y al tanque Hugo Lamanna, del Talleres sureño. Su enorme eficacia y la violencia de sus disparos convirtieron a Bernabé en un ídolo de proporciones incomparables para la época y contribuyó claramente al
crecimiento de la popularidad de River.
Quedaron en el recuerdo las casi hazañas realizadas por los arqueros Losavio, de Argentinos Juniors, y Guaico, de Platense. Ambos consiguieron atajarle un penal a Bernabé. Hace unos años y ya
octogenario, Sebastián Guaico lo explicó de manera muy simple ante
la mirada asombrada de muchos estudiantes de periodismo: «Yo
tenía 19 años y la verdad, cuando Bernabé tomó carrera, me tapé la
cara con los brazos y los levanté.


La pelota me pegó y se fue por arriba del travesaño. No fue
mérito, fue casualidad...». Nadie dudó de las sinceras palabras de
ese excelente arquero de los primeros años del profesionalismo.





(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)

285 Martes de Radio

De la Crónica Deportiva Marzo 28 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”



El lugar mas impensado

En 1932, la desesperación de los dirigentes de River por ganar el campeonato era evidente. El profesionalismo había iniciado su camino imparable el año anterior y Boca, el archirrival, se había consagrado campeón, al igual que en el último torneo amateur de 1930. River no ganaba nada desde 1920 y por eso sus directivos invirtieron muchísimo dinero para contratar al goleador de Tigre,Bernabé Ferreyra, quien había entusiasmado a los que lo vieron jugar en la cancha «del lechero ahogado» para el equipo azul y rojo de Victoria.
Por Bernabé se pagaron 35 mil pesos, y otras incorporaciones de jugadores destacados (Arrillaga de Quilmes, Santamaría de Platense, Sciarra de Ferro, Cuello de Tigre y Basilico de Atlanta)
Conformaron un plantel armado y pensado para ganar el segundo campeonato profesional.
El torneo fue peleado desde el inicio hasta el final por tres equipos. Cuando River e Independiente lideraban con 33 puntos y eran perseguidos de cerca por Racing, el 14 de agosto el equipo de la banda roja visitó a Estudiantes en La Plata. Allí protagonizó un partido especial, donde hubo seis goles y un incidente que quedará en el recuerdo.
Ese mismo domingo de agosto,los diarios argentinos informaban sobre un nuevo gremio que aparecía en Gran Bretaña, el de los jugadores de fútbol. Es que las renovaciones de los contratos y las rebajas en los sueldos, por la crisis del '29 que desplomó la economía de Estados Unidos y Europa, habían provocado el caos entre los clubes ingleses.
Ajenos a su esplendor inicial, los británicos se esmeraban por seguir compitiendo contra equipos de otros países y por revitalizar un fútbol austero en todo sentido.
En cambio, el fútbol argentino estaba en pleno crecimiento. El profesionalismo acercó dinero y provocó que se blanqueara el hecho de que algunos futbolistas simulaban ocupar empleos para justificar así la plata que les pagaban sus clubes. Paralelamente,el fanatismo iba expandiéndose y subiendo de tono.
Justamente, el torneo de 1932 estuvo plagado de incidentes, como una muestra más de esa particular relación de placer y padecimiento que mantienen los argentinos con el más popular de los deportes.
Pero volvamos al domingo 14 de agosto. Una jornada, la número 21, con un serio incidente en la cancha que Platense tenía en Manuela Pedraza y Crámer. Allí, el juez Canelas sancionó penal para el equipo local cuando estaban empatando con Gimnasia en dos goles. La resistencia de los jugadores visitantes fue aumentando hasta impedir la ejecución de la infracción. Canelas no tuvo más remedio que suspender el partido y,días más tarde, la justicia deportiva le daría los puntos a los calamares.
Mientras Minella, Delovo y Recanatini le protestaban al juez Canelas por el penal contra Gimnasia, en la ciudad de La Plata ocurría el «gol de ….». Los protagonistas fueron Alberto Zozaya, goleador pincharrata apodado «Don Padilla» y el juez Vicente De Angelis, junto con su asistente Rafael Mollo. Iban 25 minutos del primertiempo y River se imponía 2-0 con
goles de Bernabé Ferreyra de penal y del Alazán Santamaría, cuando,según relata el matutino La Nación, «Zozaya recibió la pelota de un pase de Manuel Ferreira, eludió fácilmente a Dañil y desde distancia apreciable despidió un tiro alto, que dio en la parte anterior del travesaño y visiblemente traspasó la línea del goal. Como la primera intención del árbitro era no sancionar el tanto, se produjo un serio incidente».
De Angelis se fue con sus colaboradores al vestuario —una casilla de madera ubicada detrás de la tribuna principal— y la policía invadió la cancha, desalojando el campo y obligando a los futbolistas a dirigirse hacia los vestuarios.
Tras quince minutos de incertidumbre, De Angelis regresó al campo de juego y otorgó el gol.

¿Qué había pasado en el vestuario? ¿Lo había convencido el asistente Mallo de la validez del tanto? ¿Fue amenazado el árbitro? La Nación arriesga una interpretación: «merece particular atención el desempeño del réferi.
Pobre sin atenuantes. Cabe afirmar que la resolución de rectificar una decisión luego de alojarse 15 minutos en el vestuario es absolutamente criticable. No ha de admitirse nunca en silencio una rectificación de este quilate —continúa La Nación—que es una magnífica negación de la autoridad del juez, puesto en la cancha para algo y que sienta, además, un precedente peligroso. No tiene, pues, la actitud del juez una explicación muy clara. Tampoco el hecho de que, una vez reanudada la disputa del período inicial, se diera por concluido cuando sólo contaban los cronómetros 35 minutos».
El partido fue levantando temperatura y un nuevo gol de River, de Peucelle a los 30 minutos, pareció inclinar definitivamente el resultado. Sin embargo, Estudiantes reaccionó en la segunda parte y con tantos de Enrique Guaita y Miguel Ángel Lauri, los wines de «los profesores», pudo empatar el partido en tres goles. De Angelis se retiró escoltado por la policía y confeccionó su informe, en el que argumentó que había otorgado el primer gol de Estudiantes porque había sido presionado por dirigentes y particulares locales en la casilla donde se cambiaba. Así,para todo el periodismo fue …«el gol de la casilla».

(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)

284 Martes de Radio

De la Crónica Deportiva Marzo 21 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”




La Fundación

El 3 de noviembre de 1934 se funda la Asociación del Football Argentino con la unión de la exitosa Liga Argentina y la perimida Asociación Argentina de Football. La AFA nace allí y existe hasta hoy. Al ser creada, la AFA incorporó mayoritariamente elementos de la Liga Argentina. La preeminencia del proyecto profesional sobre el proyecto amateur quedó reflejada en la estructura deportiva y legal de la entidad. Según esa lógica hereditaria, la primera presidencia de la AFA recayó en el último presidente de la Liga: Tiburcio Padilla, que desempeñó el cargo hasta que la Asamblea de 1935 eligió un sucesor (...) Las características personales de Padilla son representativas del perfil de los dirigentes de la época. Se trataba de un médico prestigioso que era en ese entonces diputado nacional y sería ministro de Salud Pública con Arturo Ilia como Jefe de Estado. Provenía de una familia tradicional que facilitó su introducción en el mundo político, en círculos empresariales y en ámbitos de reunión de la clase alta. Padilla fue presidente de Chacarita Juniors y su estrecha relación con el fútbol le permitió afianzar sus nexos con el poder en un tiempo en el que los spacios tradicionales para la política estaban reducidos sensiblemente
En 1935 y por un acuerdo entre los clubes más poderosos, la Asamblea designó a Ernesto Valbec, presidente del Racing Club, como nuevo titular de la AFA. Malbec fue reemplazado por un dirigente de River, Ángel Molinari, bajo cuyo mandato se autorizaron las negociaciones entre el Estado nacional y la AFA que terminaron en los préstamos que permitieron la construcción del estadio Monumental en 1938 y de la Bombonera en 1940.
Fue Eduardo Sánchez Terrero, dirigente de Boca, quien tuvo un papel protagónico en la edificación del estadio boquense, ya que asumió la presidencia de AFA en 1937 y no dejó de maniobrar hasta lograr su objetivo. Fue bajo su presidencia cuando se llegó al «voto proporcional», lo que marcó definitivamente el predominio de los clubes grandes sobre los chicos.
Sánchez Terrero asumió la presidencia de Boca cuando el presidente de los argentinos era Agustín P. Justo, un reconocido bostero.La vinculación de Justo con Boca tenía amplios antecedentes: «pocos días después del golpe de Estado que acabó con el gobierno de Hipólito Yrigoyen, las autoridades de Boca invitaron a Justo para que diera el puntapié inicial en un partido contra San Lorenzo.


Para entonces ya era el 'hincha 798' del equipo, de acuerdo a lo publicado por la revista Caras y Caretas. A partir de allí, conservó una relación estrecha con la entidad».
Sigue explicando Scher que «en 1931, Justo obsequió medallas de oro a los integrantes del plantel que ganaron el torneo amateur de 1930. En 1934, el Regimiento 19 de Infantería juró a la bandera en el estadio de Boca y el club aprovechó para otorgar al general Justo una medalla como miembro honorario de la Subcomisión de Hacienda. Al año siguiente, la Comisión Directiva envió un telegrama a Justo para felicitarlo por la realización de la conferencia de paz tras la cual finalizó la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia. El texto celebraba la iniciativa de nuestro distinguido consocio —según señalaba—. En 1938, Justo colocó la piedra fundamental del nuevo estadio de la institución. El 18 de febrero, con el presidente de la Nación como actor preponderante, Boca empezó la construcción de su estadio».
Hay más ejemplos y más documentos que certifican el apoyo político que tuvo Boca y que tuvieron otros clubes poderosos en los  rimeros años del profesionalismo. Allí se marcaron las diferencias de infraestructura que después resultaron  undamentales para establecer distancias, que no solamente se implementaron por el voto calificado y por el apoyo de una mayor o menor cantidad de hinchas.

(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)


domingo, 19 de marzo de 2017

283 Martes de Radio

De la Crónica Deportiva Marzo 14 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”

La Hecatombe

El 31 de mayo de 1931 comienza el profesionalismo y con él el primer torneo donde se sinceraron algunas cosas y donde el flujo de dinero fue marcando las diferencias entre poderosos y humildes.
Del primer campeonato que ganó Boca Juniors quedan un par de situaciones curiosas, como la ocurrida en la segunda jornada, cuando Racing goleó a Platense por 5-1 y el capitán académico Natalio Perinetti debió expulsar de la cancha a su compañero Pompey. El temperamental defensor había agredido a otro jugador de Racing, Paternoster, con un par de trompadas. Perinetti hizo de juez y decidió, ante la mirada del verdadero árbitro de apellido Martínez, echar a Pompey del partido.
Fue Racing también uno de los protagonistas del primer escándalo en el profesionalismo. El 2 de agosto, en ocasión de la undécima fecha, Racing y Estudiantes de La Plata igualaban en un tanto, pero el público racinguista impidió la continuación del partido, disconforme con el trabajo del juez Liñeyro. Faltando quince minutos, el encuentro debió ser suspendido. La Liga le dio los puntos a Estudiantes.
Parecería absurdo pensar de antemano que el mayor inconveniente de ese año profesional sería provocado por dos clubes que ya habían generado importantes adhesiones, si bien las distancias con San Lorenzo, Independiente y Racing eran aún muy pequeñas. En la vieja cancha de Boca, el local enfrentó a River. El partido lo iba ganando el cuadro que hacía un par de meses había recibido el mote de «millonario» por el dinero gastado en incorporaciones, 1-0 con gol convertido por Carlos Peucelle, quien había llegado tres meses antes por diez mil pesos pagados al modesto Sportivo Buenos Aires.
El árbitro Eduardo Escola cobró penal para Boca cuando iban 28 minutos y el fallo fue protestado durante varios minutos. En aquella época, la sanción de la pena máxima era un calvario para los jueces porque los reclamos y enojos de los jugadores del equipo castigado eran interminables. Finalmente, Francisco Varallo pateó el penal y, tras dos rebotes que dio el arquero Jorge Iribarren, pudo convertir el gol. Los jugadores de River siguieron protestando y el juez Escola resolvió expulsar a tres futbolistas visitantes, aunque los jugadores rechazaron la decisión y permanecieron en la cancha. Ante semejante resistencia, Escola suspendió el partido definitivamente, lo que provocó serios incidentes fuera de la cancha entre hinchas de los dos equipos. Días más tarde, la Liga le entregó los puntos del partido a Boca.
En otro superclasico «en el arco millonario estaba Jorge Iribarren, hermano del capitán de River. Es un momento único, tenso. Varallo saca un remate potente que Iribarren ataja a medias, el rebote le cae al ejecutor otra vez y vuelve a fusilar al arquero, Iribarren, haciendo un milagro, tapa el tiro otra vez. El arquero se tira sobre la pelota, Varallo también cae. Cuando Jorge Iribarren intenta quedarse con la pelota, Pancho lo toma de una pierna y se las ingenia para mandarla al gol. El árbitro no ve la trampa del delantero boquense y lo cobra».
Los jugadores de River no habrían de aceptar la decisión de Escola. «en medio de las discusiones, Escola es agredido. Y decide la expulsión de Bonelli. La policía ya entró a la cancha, pero a los jugadores de River no los para nadie. También se van expulsados Lago y Belvidares. Tal vez se les haya ido la mano con el árbitro, pero entre la tierra que se levanta y el montón de policías que intentan apaciguar los ánimos, no se ve nada.
River se queda con ocho jugadores y se niega a seguir. Se va. Y el partido esperado, el primer clásico de la era profesional, se termina a los treinta minutos del primer tiempo».
Afuera se enfrentan los hinchas de Boca y de River y cuando la situación amenaza con volverse muy peligrosa, la policía aparece con sus caballos, lanza gases lacrimógenos, ataca a bastonazos a los más enardecidos y logra frenar la violencia. Final lamentable y fútbol en deuda, como tantas veces pasaría.
Sin embargo, en la época amateur había gestos éticos que el profesionalismo desterraría por completo a medida que avanzaba en su búsqueda de mayores ingresos económicos. Siempre quedaba espacio para alguna decisión personal, para ciertas formas de corrección que con el tiempo serían recordadas como joyas olvidadas. Vale la pena rescatar una: el 6 de diciembre de 1931, Chacarita le ganó 1-0 a Platense como visitante. El gol lo marcó el delantero santiagueño Marcos Díaz, quien luego de gambetear a Tellería pateó al arco. Sebastián Gualco, el famoso arquero calamar, desvió la pelota, pero ésta se metió y salió inmediatamente por un agujero que había en la red. El árbitro Liñeyro cobró tiro de esquina y fue el propio Tellería, compañero de facultad del goleador Marcos Díaz, ambos estudiantes de Medicina, quien se acercó al juez y le explicó que la pelota había entrado y que el agujero en la red había impedido que se hubiera quedado detenida en la red. Liñeyro cobró el gol, Chacarita ganó 1-0 y Tellería fue felicitado por su actitud ética. Eso sí: fue su único partido en primera división...

(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)





domingo, 12 de marzo de 2017

Volvimos Temp 8- 282 Martes de Radio



De la Crónica Deportiva Marzo 7 2017

8vaTemporada
“Re-PODRIDOS”

De obituarios y Lapidas

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El dinero ya había llegado al fútbol, y los jugadores, por lo menos en la enorme mayoría de los clubes de primera división, cobraban viáticos, además de una «retribución mensual», un
eufemismo para no nombrar la palabra sueldo o salario. Era usual en los años veinte que dirigentes con contactos políticos o empresarios simpatizantes de los equipos «emplearan» a
los principales futbolistas para que tuvieran otro ingreso mensual. En otros casos, los propios jugadores tenían un trabajo adicional.
La falta de cuidados médicos, los pocos conocimientos de los profesionales sobre las lesiones que producía la práctica cada vez más activa del fútbol y la temeridad de muchos deportistas significaron una zona de alto riesgo durante la época amateur. Uno de los casos emblemáticos de los años veinte fue el fallecimiento de Jacobo Urso, importante futbolista

de San Lorenzo, que el 31 de julio de 1922 visitó a Estudiantes en la cancha de Palermo. Cuenta Alberto Dean en su libro San Lorenzo querido, cien años de pasión que «en una jugada absolutamente casual, Urso chocó con un rival y sufrió la fractura de una costilla. Lo aconsejable era que San Lorenzo se quedara con un hombre menos, pero Urso se negó terminantemente. Luchador indomable, continuó jugando mientras que la costilla ya se había incrustado en su riñón, en tanto la camiseta se iba cubriendo de sangre».
Sigue contando Dean que «una vez concluido el cotejo, Urso fue internado en el Hospital Ramos Mejía con un dolor cada vez más agudo. Los especialistas decidieron operarlo dos veces seguidas, quedando en claro que la vida del jugador corría riesgo. El desenlace llegó el 6 de agosto... había muerto Jacobo Urso. San Lorenzo tenía un mártir como referencia para toda su historia».
Un tiempo después, el diario Santa Fe informaba el 3 de marzo de 1925 que «anoche fuimos sorprendidos por un aviso telefónico donde se nos comunicaba el deceso del jugador Ernesto Celli, acaecido a las 0.45hs a consecuencia de una enfermedad de efectos fatales y simultáneos, que fue contraída en el cultivo de su deporte favorito, el football. El domingo pasado, Celli actuaba en un partido amistoso entre Newell's Old Boys y Nacional de Rosario. La temperatura reinante era bastante pesada y el desarrollo del juego le ha provocado el consiguiente cansancio y sofocación, motivo por el que Celli se vio obligado a ingerir una cantidad de agua muy fría que le ocasionó un malestar general. Hoy, tras breves e inesperadas alternativas, su estado se agravó produciéndole un ataque cerebral a consecuencia del cual dejó de existir a la hora que consignamos».
El 4 de marzo de 1931 se produjo otra muerte, cuando el jugador Héctor Arispe, hombre de Gimnasia y Esgrima La Plata, falleció insolado durante la disputa del partido oficial contra Sportivo Barracas. Fue el llamado final para que el fútbol se reorganizara y se tomara en cuenta, aun en pequeña medida, a los jugadores, atenazados entre el poco dinero que recibían y una estructura de campeonatos que los llevaba a seguir actuando en medio del calor, en época de vacaciones y con torneos larguísimos.
Las situaciones luctuosas continuaron en los primeros años del profesionalismo. Luis «Huesito» Sánchez, un habilidoso  centrodelantero que jugó varios años en Platense y fue campeón con Boca, decidió suicidarse cuando creyó erróneamente que le habían diagnosticado tuberculosis. Su mujer llegó tarde para disuadirlo con el análisis definitivo que desmentía la enfermedad.
Sobre los médicos de la época y la histórica viveza argentina,   algo singular ocurrió en 1928. Cuenta que «en un partido muy cerrado entre el club de Pque Patricios, el puntero del campeonato, e Independiente, disputado el barrio de la Quema, el arquero rojo Néstor Sangiovanni chocó contra un delantero local y quedó tendido varios minutos. Por ese entonces, lo normal era que el club local aportara el médico para todos los jugadores, de modo que el 1 dé Independiente fue revisado por el facultativo del Blobito. Al ver una oportunidad servida en bandeja para darle una manito a su equipo, afirmó que Sangiovanni tenía tres costillas fracturadas y llamó una ambulancia para trasladar al guardametas hasta el Hospital Penna. La valla fue cubierta por el defensor Ernesto Chiarella y el conjunto de Avellaneda continuó con diez jugadores. A pesar del ardid, la ventaja numérica conseguida por el malicioso doctor no le impidió a Independiente derrotara al Blobo. Finalmente, el médico reconoció su error y admitió que Sangiovanni sólo tenía un fuerte machucón, de ésos que duelen más al día siguiente».

(Historias Negras del Futbol Argentino-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)