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domingo, 19 de marzo de 2017

283 Martes de Radio

De la Crónica Deportiva Marzo 14 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”

La Hecatombe

El 31 de mayo de 1931 comienza el profesionalismo y con él el primer torneo donde se sinceraron algunas cosas y donde el flujo de dinero fue marcando las diferencias entre poderosos y humildes.
Del primer campeonato que ganó Boca Juniors quedan un par de situaciones curiosas, como la ocurrida en la segunda jornada, cuando Racing goleó a Platense por 5-1 y el capitán académico Natalio Perinetti debió expulsar de la cancha a su compañero Pompey. El temperamental defensor había agredido a otro jugador de Racing, Paternoster, con un par de trompadas. Perinetti hizo de juez y decidió, ante la mirada del verdadero árbitro de apellido Martínez, echar a Pompey del partido.
Fue Racing también uno de los protagonistas del primer escándalo en el profesionalismo. El 2 de agosto, en ocasión de la undécima fecha, Racing y Estudiantes de La Plata igualaban en un tanto, pero el público racinguista impidió la continuación del partido, disconforme con el trabajo del juez Liñeyro. Faltando quince minutos, el encuentro debió ser suspendido. La Liga le dio los puntos a Estudiantes.
Parecería absurdo pensar de antemano que el mayor inconveniente de ese año profesional sería provocado por dos clubes que ya habían generado importantes adhesiones, si bien las distancias con San Lorenzo, Independiente y Racing eran aún muy pequeñas. En la vieja cancha de Boca, el local enfrentó a River. El partido lo iba ganando el cuadro que hacía un par de meses había recibido el mote de «millonario» por el dinero gastado en incorporaciones, 1-0 con gol convertido por Carlos Peucelle, quien había llegado tres meses antes por diez mil pesos pagados al modesto Sportivo Buenos Aires.
El árbitro Eduardo Escola cobró penal para Boca cuando iban 28 minutos y el fallo fue protestado durante varios minutos. En aquella época, la sanción de la pena máxima era un calvario para los jueces porque los reclamos y enojos de los jugadores del equipo castigado eran interminables. Finalmente, Francisco Varallo pateó el penal y, tras dos rebotes que dio el arquero Jorge Iribarren, pudo convertir el gol. Los jugadores de River siguieron protestando y el juez Escola resolvió expulsar a tres futbolistas visitantes, aunque los jugadores rechazaron la decisión y permanecieron en la cancha. Ante semejante resistencia, Escola suspendió el partido definitivamente, lo que provocó serios incidentes fuera de la cancha entre hinchas de los dos equipos. Días más tarde, la Liga le entregó los puntos del partido a Boca.
En otro superclasico «en el arco millonario estaba Jorge Iribarren, hermano del capitán de River. Es un momento único, tenso. Varallo saca un remate potente que Iribarren ataja a medias, el rebote le cae al ejecutor otra vez y vuelve a fusilar al arquero, Iribarren, haciendo un milagro, tapa el tiro otra vez. El arquero se tira sobre la pelota, Varallo también cae. Cuando Jorge Iribarren intenta quedarse con la pelota, Pancho lo toma de una pierna y se las ingenia para mandarla al gol. El árbitro no ve la trampa del delantero boquense y lo cobra».
Los jugadores de River no habrían de aceptar la decisión de Escola. «en medio de las discusiones, Escola es agredido. Y decide la expulsión de Bonelli. La policía ya entró a la cancha, pero a los jugadores de River no los para nadie. También se van expulsados Lago y Belvidares. Tal vez se les haya ido la mano con el árbitro, pero entre la tierra que se levanta y el montón de policías que intentan apaciguar los ánimos, no se ve nada.
River se queda con ocho jugadores y se niega a seguir. Se va. Y el partido esperado, el primer clásico de la era profesional, se termina a los treinta minutos del primer tiempo».
Afuera se enfrentan los hinchas de Boca y de River y cuando la situación amenaza con volverse muy peligrosa, la policía aparece con sus caballos, lanza gases lacrimógenos, ataca a bastonazos a los más enardecidos y logra frenar la violencia. Final lamentable y fútbol en deuda, como tantas veces pasaría.
Sin embargo, en la época amateur había gestos éticos que el profesionalismo desterraría por completo a medida que avanzaba en su búsqueda de mayores ingresos económicos. Siempre quedaba espacio para alguna decisión personal, para ciertas formas de corrección que con el tiempo serían recordadas como joyas olvidadas. Vale la pena rescatar una: el 6 de diciembre de 1931, Chacarita le ganó 1-0 a Platense como visitante. El gol lo marcó el delantero santiagueño Marcos Díaz, quien luego de gambetear a Tellería pateó al arco. Sebastián Gualco, el famoso arquero calamar, desvió la pelota, pero ésta se metió y salió inmediatamente por un agujero que había en la red. El árbitro Liñeyro cobró tiro de esquina y fue el propio Tellería, compañero de facultad del goleador Marcos Díaz, ambos estudiantes de Medicina, quien se acercó al juez y le explicó que la pelota había entrado y que el agujero en la red había impedido que se hubiera quedado detenida en la red. Liñeyro cobró el gol, Chacarita ganó 1-0 y Tellería fue felicitado por su actitud ética. Eso sí: fue su único partido en primera división...

(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)





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