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viernes, 7 de septiembre de 2012

DEPORTES › A 33 AÑOS DE AQUEL TITULO MUNDIAL EN JAPON


Los pibes del ‘79



 
Simón, Bachino, Rinaldi, García, Menotti, Torres y Piaggio.
 
En el fondo de Pepito revolotean las carcajadas. Los pibes (una manera de decir, con licencia temporal) no pueden más con la nueva anécdota contada por el longilíneo de andar desgarbado recién llegado y por sorpresa. “A mí me gustaba andar rápido en el auto. Una vez, después de un congreso en Marsella, lo llevé a París a Alfredo (Di Stéfano) y él se agarraba del pasamanos, callado. Hasta que al rato me mira y me dice: ‘César, ¿puede dejar de pasar los pueblos de a dos?’.”
Linda excusa este 33º aniversario del título mundial juvenil tan bien obtenido en Japón el 7 de septiembre de 1979, cuando el fútbol era un refugio popular al cual aferrarse, como aquella vez Di Stéfano en Francia. Los avatares de la vida han reducido la cantidad de protagonistas de aquella gesta deportiva, y entonces hay tiempo para escuchar y para hablar. Como absorbido por una necesidad vital, Menotti se suma por sorpresa, lo mismo que el doctor Horacio Leali, y ya anda con su magnetismo natural, mimetizado con Juan Simón, Osvaldo Rinaldi, Sergio García, Marcelo Bachino, Alfredo Torres y Jorge Piaggio.
Llega una pregunta con respuesta incluida. “César, esto que hace el Barcelona, ¿no es parecido a la idea de juego que nos inculcaba usted?”, irrumpe García como saliendo del arco. Aparece del fondo Piaggio, quien jugó poco pero estuvo siempre listo y pensante: “Seguro, ojalá algún día se puedan ver partidos con equipos que jueguen con tanto toque, salida limpia, elaboración y llegada contundente”, poniéndose serio para afirmar algo que puede resultar obvio en estos días: “Yo veo todo y suplico que me den tres pases seguidos, digo tres, no más...”.
Rinaldi cuenta de su reciente operación de cadera que le realizó el doctor Roberto Avanzi y que en un tiempo se hará otra. “Ahora me doy cuenta de lo que significa tanta carga que me metieron desde muy joven. Entrenar en los médanos, con pelotas de arena, fuerza, subir cuestas, así llegué a esta situación”, tira el ex jugador de San Lorenzo y de ese Loma Negra del cual ya pasaron 30 años. A propósito, de Olavarría no pudieron venir Hugo Alves (el que pateaba los penales, aun estando Maradona) y Abelardo Carabelli (compañero de Diego en los Cebollitas).
A Ramón Díaz ni siquiera se le comunicó la cita “porque siempre tiene una actividad que le impide compartir nuestros encuentros”, se escucha con cierta ironía por ahí. Diego y Gabriel Calderón andan por el mundo, Juan José Meza por su Tucumán querido, Juancito Barbas tratando de entender a Zubeldía desde su función de entrenador amateur en Racing; el Gringo Daniel Sperandío debió quedarse en Rosario y Rubén Rossi con su tarea de director de fútbol amateur en Colón de Santa Fe, donde comparte su tiempo escribiendo una especie de El payador perseguido, de Yupanqui, pero con el fútbol como temática central. Poco se sabe de Rafael Seria, el arquero suplente, quien según las últimas informaciones su presente transcurría al volante de un taxi.
Simón aporta información precisa sobre el fútbol mundial y Bachino cuenta que cuando va a jugar con el equipo de veteranos de Boca por el interior es recordado como integrante de este juvenil dirigido por un Menotti que, apenas terminado el Mundial del ’78, no le escapó al bulto de hacerse cargo del mismo. “Siempre quedó confuso quién hizo el equipo, y no fue Duchini, don Ernesto aportó muchos nombres, y una tarde en el viejo Gasómetro nos citó para que César comenzara con la formación del plantel”, afirma García.
“Decímelo a mí, que me venía de Rosario con el Gringo (Sperandío) para los entrenamientos”, alarga Simón. “Con el Gringo compartíamos la habitación y éramos los dos 5. El había sido titular en el Sudamericano clasificatorio en Uruguay y después de un partido de preparación ante México en Los Angeles en viaje hacia Japón, se lesionó. Entonces me tocó jugar a mí”, se manda al ataque Rinaldi.
La página web de la FIFA resume lo que fue esta selección. “Argentina estuvo majestuosa a lo largo de toda la competición, desarrollando un magnífico juego ofensivo, con pases en corto, el famoso ‘toque’, cambios de ritmo fulgurantes y brillanteces técnicas: mereció con creces el título.”
Fue 5-0 a Indonesia, 1-0 a la entonces Yugoslavia y el tercero 4-1 a Polonia. Hasta que en el inicio de septiembre se adelanta la primavera. “En estos días le ganamos 5-0 a Argelia, después 2-0 a Uruguay en un partido durísimo pero que demostró lo que dábamos, y ni hablar de la final contra la Unión Soviética, que terminó 3-1 después de ir perdiendo. Impresionante. ¡Qué personalidad tenía nuestro equipo!”, opina Rinaldi antes de avalar el compromiso de no esperar un año para volver a juntarse. Los que quieran, los que puedan y los que estén. Como ocurriera cuando se cumplió el 30º aniversario y Maradona, quien entonces dirigía la Selección, envió un saludo sentido desde Ezeiza.
Todos conformaron un equipo inolvidable para varias generaciones, que asombraron por lo hecho adentro de las canchas. “¿Se acuerdan cómo le jugamos de igual a igual al Cosmos de Beckenbauer y al Valencia de Kempes?”, pregunta Simón, con respuesta incluida. “¿Y se acuerdan del caño que el Pichi Escudero le tiró al alemán?”, aportó el Pibe Torres. Así siguieron un rato más, arrimando otro tizón encendido como ocurre en cada aniversario, para que la llama se avive junto con el juego aquella vez desplegado, ése que el arquero García compara con el del Barcelona actual, y los demás prefieren dejar que sea la silenciosa cofradía futbolera la que lo sienta y lo avale, lo tome como propio y aporte algún carbón encendido para atizar el fuego.

Fuente : P12

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